Pablo Thiago Rocca – CASTELLANO

Estructuras porosas

Pablo Thiago Rocca

 Es un mundo inconstante el que propone esta muestra* de Carlos Capelán (Montevideo, 1948), una serie de narrativas que se des­pliegan unas dentro de otras, entrelazadas. No hay un gran discurso abarcador sino una atomización de las miradas del artista, de sus preocupaciones, de sus fobias. Aunque ciertas técnicas y planteos (fotografía digital, impresos sueltos, instalaciones, dibujos, ani­males enjaulados) puedan repetirse, no se dan en forma de loop, como un eco o como piezas en una cadena de montaje, sino como variaciones escalonadas (¿hacia abajo?, ¿hacia los costados?) de una noción de lugar o de identidad (el yo, la nación, la propia y contradictoria asunción de la vanguardia). En este contexto sus dibujos tienden tam­bién hacia una búsqueda de lo espacial, estampándose en los más diversos soportes (hasta una nube perfilada con restos de uñas del artista). El estiramiento de la línea, el escorzo aberrante de las figuras, la anamor­fosis, son recursos que tensan los límites de lo representado junto con la idea tradicional del retrato. Los rostros y las figuras dibujadas se pliegan en los rincones de las paredes, se imprimen en los diarios, se cubren con cin­tas, se encajonan (“Planisferio I”). El dibujo se acerca a la instalación, la instalación se re­cuesta en el plano. Hay una necesidad impe­riosa de decir y al mismo tiempo de cuestio­nar lo dicho, de practicar la duda metódica. Tal operación, básicamente intelectual pero también sensorial, puede dar resultados bi­zarros o herméticos para el visitante. Pero se trata de una búsqueda deliberada. Capelán quiere incomodar al observador, sacarlo de su letargo estético (y por tanto descolocarlo ética e ideológicamente). En un sector de la sala otra instalación de columnas de granito caídas (“Rematerilización”) plantea una suer­te de derrumbe del conocimiento y de la identidad (¿la experiencia del exilio?), o como el artista prefiere, una deconstrucción. El problema adquiere una evolución excéntrica a través de las proclamas de la Post-Colonial Liberation Army (alter ego esquizoide de CapeIán) contradictorias y punzantes. Como las vacas y los caballos que se espantan las moscas estirando su lomo en rápidas, eléc­tricas sacudidas, así el observador gustaría librarse de las insinuaciones teóricas que Capelán arroja hacia su cabeza y que se inmiscuyen en su idea de lo artísticamente deseable. Una larga serie de imágenes digitales se presenta baja el título “Sobre la pintura, homenaje a Piero de la Francesca”: es lo mismo que hacer el gesto de decir sí con la cabeza y pronunciar no con la voz. Algu­nas obras como “Democracia radical”, “No esta hecho en China” se parecen a disparos perdidos, preguntas libradas al vacío del cuerpo social, ese espacio que se ha abierto sobre los aspectos enigmáticos del arte y su (in)capacidad de respuesta frente a proble­mas sociales. Son preguntas y aseveracio­nes que nadie estaría emocional, institucio­nal o intelectualmente dispuesto a impugnar.

Frases como “Todo lo que es bueno para mí es bueno en general” o “¿Representan las figuras del paleolítico las aspiraciones de un pueblo cazador?”. La mayoría de las veces, junto a estas interrogantes inútiles se asoman otras mas inquietantes (“¿Estamos prepara­dos para ver el arte en todas y cada una de las manifestaciones que se llaman a si mismas arte ?”). Las estrategias de Capelán apuntan a intercambiar los niveles de interpretación de las obras, creando lo que denomina “estructu­ras porosas” . Un consejo: en vez de ir a esta muestra esperando respuestas esclarecedo­ras, más vale que el visitante se prepare para ampliar conscientemente sus dudas. ­

PABLO THIAGO ROCCA

Brecha 15/4/05, Montevideo, Uruguay

*onlyyou. Museo Nacional de Artes Visuales del Parque Rodo.